Vladimir Putin continúa su implacable persecución contra las personas LGBT+ en Rusia. Legisladores de su partido, que controlan el Parlamento e invariablemente impulsan las leyes que ordena el dictador ruso, han propuesto ampliar la llamada ley de “propaganda gay” para incluir también a adultos, oficializando la cacería a las existencias LGBT+ que se viene dando en Rusia desde hace una década.
Esta normativa, vigente en Rusia desde el 2013, se ha utilizado para impedir las marchas del Orgullo LGBT+ y para detener a los activistas que defienden los derechos del colectivo en ese país. Si bien fue presentada originalmente como una ley para evitar que los menores de edad estén expuestos a “valores no tradicionales”, en la práctica ha borrado de la vida pública rusa a las personas LGBT+.
“Proponemos ampliar de forma general la prohibición de este tipo de propaganda, independientemente de la edad del público, tanto en los medios de comunicación, en internet, en las redes sociales y en los cines y online”, dijo el jefe de la comisión de información de la Cámara Baja rusa, Alexander Khinshtein, en su canal de la aplicación de mensajería Telegram.
El presidente del Parlamento ruso, Viacheslav Volodin, dijo la semana pasada que, dado que Rusia ha abandonado el organismo de vigilancia de los derechos humanos del Consejo de Europa tras la invasión a Ucrania, ahora podrá prohibir la promoción de “valores no tradicionales”.
“Las exigencias de legalizar los matrimonios entre personas del mismo sexo en Rusia son cosa del pasado”, dijo. “Los intentos de imponer valores ajenos a nuestra sociedad han fracasado”.
Un reino de terror para las personas LGBT+
La homosexualidad fue un delito en Rusia hasta 1993 y se clasificó como enfermedad mental hasta 1999. En ese década, parecía que Rusia continuaría por el camino de aceptación social de las personas LGBT+ que estaba ocurriendo en Europa y el mundo, pero la llegada de Putin al poder frenó cualquier chance de inclusión o tolerancia a las diversidades.
En los últimos años, el dictador ruso ha redoblado en sus políticas homofóbicas y en su hostilidad discursiva y legislativa contra las personas gays y trans, creando un verdadero régimen de terror para los ciudadanos rusos de la comunidad LGBT+. El presidente ruso Vladimir Putin se ha alineado estrechamente con la Iglesia ortodoxa rusa -que rechaza las relaciones entre personas del mismo sexo-, habiendo hecho de su conservadurismo social parte de una narrativa de renacimiento político y cultural ruso que ahora también se utiliza para ayudar a justificar la invasión de Ucrania.
Putin codificó el año pasado en la Constitución la prohibición del matrimonio entre personas del mismo sexo, y ha respaldado el régimen de Ramzán Kadírov, el primer ministro de Chechenia, que integra la Federación Rusa, que ha sido señalado por numerosas organizaciones internacionales y gobiernos por la violación reiterada de los DDHH., especialmente los de las personas LGBT+, con reportes de la existencia campos de exterminio para acabar con sus vidas.
Los ataques contra la comunidad LGBT+ son comunes en Rusia, donde las autoridades y las poderosas cúpulas religiosas han exhibido una y otra vez su intolerancia hacia cualquier persona cuya orientación sexual o identidad de género se corra de la norma, llevando adelante desde el Estado purgas y persecuciones desde hace al menos una década que han provocado el exilio de decenas de miles de personas LGBT+.
La ley contra la “propaganda gay” ha prohibido cualquier muestra pública de visibilización de la existencia de la comunidad LGBT+, censurando películas que muestren parejas del mismo sexo, desmantelando las asociaciones de derechos LGBT+ y hasta prohibiendo las banderas del arcoíris en la vía pública.
Los cambios a las leyes rusas también bloquearon la posibilidad a las personas trans de adopción. Las personas homosexuales tampoco tienen permitido adoptar, y varias familias homoparentales han tenido que huir del país debido a denuncias de vecinos alertando a la Justicia de la situación.
Rusia forma parte de un bloque geopolítico que incluye a China, Venezuela, Hungría y Nicaragua, entre otros, que se caracterizan por la represión a sus ciudadanos en general. Estas faltas de libertades incluyen los derecho de las comunidades LGBT+ en esos países, que no gozan de derechos alguno ante la ley. En una clasificación de las naciones europeas más respetuosas con el colectivo LGBTQ en el índice “Rainbow Europe”, elaborado de este año por ILGA-Europa, Rusia ocupó el antepenúltimo lugar.