Durante este fin de semana de la ceremonia de la exaltación al Salón de la Fama-programada para el domingo por la tarde en el Clark Sports Center de este pequeño pueblo del estado de Nueva York—**David Ortiz** se encuentra rodeado de familiares, amigos, fanáticos y muchos excompañeros de equipo de los Medias Rojas de Boston.
Claro, en el caso de su compatriota dominicano Pedro Martínez, el exlanzador estelar se encuentra aquí por su condición de también miembro del Salón de la Fama. Pero otros como Johnny Damon, Jason Varitek y el boricua-cubano Mike Lowell han venido con un solo objetivo: Ver entrar al Salón a “Big Papi”, con quien se coronaron campeones de la Serie Mundial como integrantes de los Medias Rojas en la década de los 2000.
“Siempre traté de dar la cara por mis compañeros”, dijo Ortiz, elegido en su primera oportunidad en la boleta de los miembros de la Asociación de Escritores de Béisbol de Norteamérica (BBWAA) con el 77.9% de los votos. “Por eso vas a ver a tantos aquí. Esto es una fraternidad. Lo mismo que aquí, con todos estos miembros del Salón de la Fama. Eso, lo que ocurre aquí, lo construimos en el terreno en nuestras carreras”.
Ortiz ha sido el centro de atención en Cooperstown en los últimos días, con fanáticos llegados desde la República Dominicana, el estado de Massachussets y muchos lugares más. El extoletero dominicano también ha promocionado una gran fiesta, el “Cooperstown Latin Fest” para celebrar después de la ceremonia de su entrada al museo de los inmortales del béisbol.
Como cuarto dominicano con placa en Cooperstown, Ortiz ya compartió el viernes con su “compadre” Vladimir Guerrero Sr. (exaltado en el 2018) y su “hermano mayor” Martínez (2015). Y por supuesto, le guarda una reverencia aparte al primer quisqueyano en el Salón, el exserpentinero Juan Marichal (1983).
“Don Juan fue básicamente quien nos abrió las puertas a Pedro, Vladi y ahora a mí”, dijo Ortiz, autor de 541 jonrones en una carrera de 20 temporadas en Grandes Ligas. “Es un gran honor tenerlo presente. Yo le digo ‘El Doctor’, porque es un ser humano tan grande. Todos lo queremos y agradecemos el trabajo que él ha hecho a través de los años, sobre todo empezando su carrera como dominicano”.
Con mucha familia presente, Ortiz afirma que el domingo, se tomará un tiempo para recordar a su madre, Angela Rosa Arias, quien falleció en un accidente de tránsito en el Año Nuevo del 2002.
“Todo el mundo quisiera en oportunidades así, tener a su familia. Yo, gracias a Dios, voy a tener la mía ahí”, expresó Ortiz. “Siempre pensando en mi mamá. Fui una persona muy cercana a ella. Y nada, pedirle a Dios”.
LAZOS CON TONY OLIVA Y LOS MELLIZOS
Además de Ortiz, serán exaltados el domingo el cubano Tony Oliva y Jim Kaat. Y de manera póstuma, el también cubano Orestes “Minnie” Miñoso, Buck O’Neil, Gil Hodges y Bud Fowler.
Oliva, leyenda de los Mellizos como jugador, coach, embajador y más, trató bastante con Ortiz cuando éste subió a las Grandes Ligas con Minnesota en 1997, hasta la salida del dominicano del equipo tras la campaña del 2002.
“Tony siempre estuvo ahí con nosotros, compartiendo, diciéndonos lo que teníamos que hacer”, recordó Ortiz, quien cenó esta semana con Oliva, Kaat (exlanzador estelar de Minnesota) y directivos de los Mellizos. “Él siempre quería lo mejor para nosotros. Es increíble. Estoy sorprendido de estar entrando al Salón de la Fama el mismo día que Tony y Jim Kaat. Es un honor”.
De su parte, Oliva tendrá por fin su momento en el podio el domingo, tras una espera de casi 46 años desde su retiro después de la temporada de 1976. Un bateador de .304 de por vida con tres títulos de bateo y el premio a Novato del Año de la Liga Americana en 1964, entre muchos otros logros, Oliva fue elegido en este ciclo por el Comité de los Días Dorados.
“La gente me ha llamado ‘Tony O’ o ‘Number 6’ u otra cosa. Ahora me dicen ‘Hall of Fame’, dijo Oliva el sábado con una gran sonrisa. “Cuando yo jugaba, daba el 100%. Pero nunca esperé venir a los Estados Unidos para jugar béisbol.
“Uno no piensa en la importancia de estar en el Salón de la Fama. Y luego, me construyeron una estatua fuera del estadio en Minnesota. Nunca soñé con eso. Cada vez que paso por ahí, me río y me digo, ‘Hicieron un buen trabajo, hermoso’”.
Ahora no sólo es en Minnesota. Oliva ya tendrá su placa por siempre en Cooperstown.
“¿Quién iba a creer que el muchacho de la finca en Cuba iba a tener una estatura frente al estadio? Y ahora, estar en el Salón de la Fama, ¿qué decir?”, expresó el oriundo de Pinar del Río. “Voy a estar al lado de muchos grandes peloteros, pero más importante para mí, hay muchos fanáticos. Me dicen, ‘hemos esperado esto por mucho tiempo’. Eso es lo más importante para mí”.