No sorprende el presente de Novak Djokovic. Cuando el serbio agarra ritmo y juega de esta manera, es prácticamente invencible. Al igual que la semana pasada en Tel Aviv, volvió a consagrarse campeón. Esta vez, fue en el ATP 500 de Astana, tras vencer a Stefanos Tsitsipas por 6-3 y 6-4.
Fue una lección de tenis por parte del 21 veces campeón de Grand Slam. Desde el comienzo hasta el final, manejó el partido a su antojo y demostró, una vez más, que está jugando a un altísimo nivel de tenis. Jugó con 79% de primeros saque y no enfrentó ninguna chance de break. Cuanto tuvo su momento, aprovechó y cerró una gran faena en tan solo una hora y 16 minutos.
Pese a estar ausente en muchos torneos esta temporada, Djokovic se las ha ingeniado para conseguir dos logros que ningún otro tenista pudo este año: consagrarse en todas las superficies (polvo de ladrillo, césped y cemento) y en todas las categorías de torneos (Grand Slam, Masters 1000, ATP 500 y ATP 250; hecho que solamente había podido lograr en 2011).
Además, ganó 17 de sus últimos 18 partidos. Solamente perdió contra Felix Auger-Aliasime (fue en la Laver Cup, certamen oficial de la ATP, aunque no entrega puntos). Ya son 90 títulos a nivel ATP, a 19 del récord de Jimmy Connors.
Anotado en Basilea y París, ya clasificado a las ATP Finals el curioso 2022 de Djokovic (en el que no pudo participar en dos de los Majors) se acerca a su fin.